martes, noviembre 06, 2007

A propósito de la píldora del día después

El tema de la no venta de la “píldora del día después” en las grandes cadenas de farmacias nos debe llevar a reflexionar sobre el papel regulador del estado.

Es cierto que no queremos un estado que nos diga qué hacer y cómo hacerlo. Pero las cosas se pasan fácilmente al otro extremo y los ciudadanos quedamos indefensos frente a los poderes monopólicos de las grandes compañías, que desean realizar sus negocios, pero solo en la parte más rentable de éste. Y es ahí donde necesitamos un estado que nos defienda. El que quiera esos negocios debe asumirlos en las buenas y en las malas.

Trataré de graficar con ejemplos y estoy seguro que cada uno podrá encontrar otros.

1. No es primera vez que las cadenas de farmacias se ponen de acuerdo en un tema. Ya hubo denuncias por concertación en los precios. No será que la rebeldía en el tema de la “píldora del día después” sea una forma de maximizar utilidades. Es claro, ellos quieren mantener el negocio, pero el negocio que les da el máximo de utilidades, vale decir siempre van a mantener stocks adecuados de los productos de alto consumo y rotación. Y qué pasa con los enfermos que tienen la mala suerte que su enfermedad sea más escasa. Curiosamente siempre encontramos que hay remedios “agotados”. El tema es que mantener stocks de remedios de menor rotación afecta la rentabilidad.

2. Las compañías telefónicas móviles usan el mismo predicamento. Una vez que tienen la concesión explotan el “filete”. En Santiago tratan de dar un servicio al máximo de personas. Pero en el Cajón del Maipo no es negocio. Parece que tampoco es negocio en el Desierto de Atacama ni en la Patagonia y en una larga lista de etcéteras. Esto es absolutamente inaceptable. ¿Porqué algunos chilenos no tienen derecho a comunicarse ni a ser ubicados? ¿Son de segunda o de tercera por vivir lejos de Santiago? ¿Pueden estas compañías actuar así en sus países de origen?

3. La reurbanización de las ciudades nos da otros ejemplos. Hay empresas que compran los paños de terreno más económicos que pueden conseguir dejando “casas isla” cuando no pueden llegar a acuerdos rápidos o esas propiedades no les son indispensables. Y todo queda entregado al sacrosanto “mercado”. Nuevamente nos encontramos con tremendas asimetrías entre el poder de una gran Inmobiliaria y un anciano jubilado. No es una negociación equilibrada ni justa. ¿Quién defiende el derecho al sol y a la privacidad? ¿Quién el derecho a la vista y la armonía de los barrios?

4. Las compañías navieras nos dan otro ejemplo. Consiguen la concesión de un trayecto, pero lo explotan solo durante la temporada turística. Por ejemplo, trate usted de hacer el trayecto Hornopirén – Caleta Gonzalo entre marzo y diciembre. Las barcazas están todas trabajando para las pesqueras y dejan abandonados a los pobladores. Y, nuevamente, quién los defiende.

Nos vendieron la idea que el mejor estado es el que no existe. Es mentira. El mejor estado es el que deja tranquilos a sus ciudadanos, pero que los defiende cuando lo necesitan. Nos vendieron la idea que el mercado regula todo. Es mentira. La asimetría es demasiado grande.

Alejandro Jiménez Michaelis